La
finalidad del sistema educativo ha sido objeto de debate a lo largo
de los últimos años, arrojando dos vertientes bien diferenciadas:
la tradición propedéutica e instructiva frente a la educación
constructiva. Dicho de otra manera, se plantea la disyuntiva
educación / enseñanza. La tradición instructiva tiende hacia un
sistema tradicional en el cual profesor y alumnado tienen un papel
hierático: el docente vierte conocimientos y el alumnado trata de
absorberlos. Esta vertiente educativa es ferozmente exclusiva y
selectiva: sólo progresan aquellos que superen las pruebas
pertinentes que permitirán avanzar o descartar al alumno en su
camino hacia la educación universitaria.
Por
otra parte, la educación constructiva pretende impulsar un dinamismo
en el cual profesor y alumnado son partícipes activos del
aprendizaje, ya que supone la implicación de ambas partes y favorece
el desarrollo y la autonomía del estudiante. Este sistema, aceptado
por el colectivo profesional pero raramente visible en la realidad
escolar, proporciona herramientas a los alumnos para que tengan
recursos a la hora de resolver los distintos retos que le serán
planteados a lo largo de su formación. Nuestra condición de
aspirantes al cuerpo del profesorado nos obliga a reflexionar sobre
esto y no nos cabe duda de que el camino a seguir es el de la
educación inclusiva, que fomente tanto el desarrollo académico como
humano del alumnado.
Dentro
de esta dinámica constructiva irrumpen de manera significativa las
nuevas tecnologías que, a día de hoy, son esenciales en nuestra
sociedad y por tanto no pueden ser obviadas. La educación a través
de las TIC permite al alumnado sumergirse en el cosmos tecnológico
que impera en nuestro día a día: desde las redes sociales al
huracán de información que ofrece internet, así como los distintos
medios de comunicación digitales y audiovisuales. Es vital que los
alumnos sepan desenvolverse en un contexto aparentemente anárquico y
que requiere de una buena base educativa para que este reguero
informativo sea utilizado de manera apropiada y, por tanto, sepan
expresarse a través de él de manera eficaz.
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Foto: "Conectar Igualdad", en Flikr.com |
El
universo educacional, a raíz del choque de dos maneras antagónicas
de entender la docencia, plantea otra cuestión esencial: el papel
del profesor. Se debate de esta manera si el profesor tiene que tener
un papel puramente académico o si debe inmiscuirse, además, en el
desarrollo personal y emocional del alumno. Esta cuestión replantea
el concepto de enseñanza transmisiva que, aún hoy, ocupa la mayor
parte de los centros de secundaria. Creemos necesario que se aplique
la idea de una educación activa en la que se implica que el
profesor adopte un papel activo en el desarrollo emocional y humano
del alumno, promoviendo así unos valores que desde la propia
Declaración Universal de los Derechos Humanos, impulsada por la ONU,
se consideran fundamentales: tolerancia, amistad, comprensión entre
todas las naciones, grupos sociales, culturales y religiosos. Tenemos
la certeza de que nuestro papel es el de formar adolescentes no sólo
dentro de un contexto académico, sino dentro de un marco social que
debe caminar hacia esos valores.
Fuente: Zabala y Arnau (2009). 11 ideas clave. Como aprender y enseñar competencias. Barcelona: Graó.
Fuente: Zabala y Arnau (2009). 11 ideas clave. Como aprender y enseñar competencias. Barcelona: Graó.
Sobre la questió que plantejau del paper del professor, de si ha d'implicar-se o no, pens que aquesta actitud més que d'una opció es tracta d'un tret característic del bon professor que s'és o no s'és. I una vegada estrenat aquest ensenyament no es torna endarrera.
ResponderEliminarMaria Tur